La comunidad de Villa Mella se encuentra abrumada ante el deterioro marcado de los servicios de primera necesidad, la delincuencia y los fuertes apagones.
La zona norte cuenta con un Metro, ícono de la modernidad, avance y desarrollo, pero los moradores sufren y pasan por grandes precariedades para mantener el desenvolvimiento normal de su vida cotidiana.
Las autoridades del Ayuntamiento han fallado en cumplir con sus responsabilidades.
El sindico Jesús Feliz parece impotente ante el cúmulo de demanda de esa comunidad y las acciones a implementar. Por dondequiera que usted se mueve se tropieza con calles destartaladas, cañadas malolientes, montones de basura e instalaciones recreativas abandonadas.
Esto contrasta seriamente con lo que se aprecia en otras áreas de la capital, donde los demás síndicos han sido capaces de lograr grandes avances a favor de los ciudadanos.
Villa Mella luce inmersa en el estancamiento como comunidad. Los moradores carecen de agua potable, del servicio energético, de seguridad en las calles y de un mejoramiento de su entorno.
Muchas personas viven con condiciones propias de las zonas rurales.
Muchas personas viven con condiciones propias de las zonas rurales.
Esta área de la capital brinda el escenario perfecto para engendrar la delincuencia, la violencia y el fuerte consumo de estupefacientes.
Sería saludable que las autoridades en conjunto combinaran acciones para cambiar este panorama tétrico.
Con la construcción del Metro el Gobierno ha dado un gran paso, pero este esfuerzo podría quedar opacado si no se ejecutan acciones que hagan más llevadera la vida aquí y que coloquen a esta comunidad en la vía del desarrollo.
Es penoso que esto ocurra en un lugar donde la gente se caracteriza por ser trabajadora, luchadora y, sobre todo, pacífica.
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