miércoles, 30 de julio de 2008

Los partidos políticos

En la propuesta de Alejandro Montas, en el sentido de eliminar a los partidos políticos pequeños, existen otros elementos que subyacen al margen de la intención real del diputado peledeísta.

Con el calificativo de “parasitismo político” a las organizaciones pequeñas que el líder congresista hace manifiesta que la única intención es aliarse a una estructura fuerte con el propósito de disfrutar de las mieles del poder.
Lo que quiere decir que el acceso a la administración pública es una cuestión de privilegio.

Cuando los ciudadanos votan por un partido, el control del Estado no sólo queda en mano de su dirigencia, sino que todo se administra para beneficio de sus propias gentes, cerrando a los demás la oportunidad de un empleo o de ser incluidos en algún plan benéfico. El clientelismo político hace que lo que debería ser un derecho del ciudadano, sea visto como un favor que debe ser respondido con la lealtad.

Lo de desear es que una ley de partidos fuerte no sólo limite el número de estas entidades, sino que se transparente y defina claramente el ejercicio de los partidos políticos en el país.

Es cierto que estas organizaciones son las únicas reconocidas para dirigir la administración pública, pero estas no pueden actuar segregando a la sociedad, de manera caprichosa ni secuestrando al Estado para sus propios intereses.

La existencia de un marco legal de partido bien definido y abarcador es lo único que podría hacer que la dirigencia sea más responsable ante la ciudadanía de sus acciones y decisiones.

Claro, para que esto sea posible debe ser una ley cuyo tinglado esté conformado por el aporte de todos los sectores importantes de la vida nacional. Si se deja esto sólo a los congresistas, sería como poner la iglesia en mano de Lutero.

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